El mito de El Dorado tiene una base real. El Orinoco, recorrido desde su desembocadura, avanza hacia el oeste y luego gira hacia el sur, poco después recibe un afluente llamado precisamente Meta, que nace en la rama oriental de las tres ramas en que se divide al norte la cordillera andina. En los altiplanos de dicha cordillera estaban los reinos Chibcha, cuya cultura es equiparable a las culturas Maya, Inca o Azteca, si bien, a diferencia de éstas, no ha dejado datos históricos. Los chibchas no formaban una unidad política, sino varios reinos sometidos a una autoridad férrea. Su territorio era muy fértil, por lo que la densidad de población era una de las mayores del continente. El mayor y más meridional de estos reinos estaba gobernado por un jefe llamado Zipa. Al norte había otro reino cuyo jefe se llamaba Zaque, y había un tercero cuyo jefe se llamaba Iraca. Estos reinos estaban divididos en distritos gobernados por caciques. Cada distrito tenía varios poblados, gobernados por sus propios jefes. Creían en un dios creador de todo lo existente, al que llamaban Chimichagua, así como en otros dioses, entre los que destacaban Sua (el Sol) y Chía (la Luna). También tenían un héroe llamado Bochica que había sido enviado por Chimichagua para enseñar la cultura a los hombres. Sus jefes y sacerdotes se cubrían el cuerpo con un ungüento sobre el que aplicaban oro molido o en hojuelas, de donde procede probablemente su fama de abundancia de oro.
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